Un diagnóstico de VIH positivo a veces forzaba difíciles conversaciones sobre conductas sexuales, incluyendo las nuevas consecuencias de engañar a la pareja. En lugar de avergonzar a su público, campañas como esta animaban a tomar precauciones para protegerse a sí mismos, a sus parejas y a sus familias.
Un grupo de profesionales de la salud mental y la medicina de San Francisco preocupados crearon el Proyecto de Salud SIDA (AHP) para apoyar a una comunidad creciente que necesitaba apoyo emocional y psicológico, así como tratamiento médico. El AHP brindó un apoyo decisivo y revolucionario para que la población se hiciera el examen: la organización ofreció los primeros programas de exámenes a gran escala, junto con recursos para que las personas asumieran un resultado positivo o negativo. La campaña recurrió a descripciones francas y sencillas de los múltiples costos de no saber la propia condición de VIH; subrayando las consecuencias financieras, personales y familiares de mantenerse en la ignorancia.